1 de cada 2 varones y 1 de cada 3 mujeres tendrán cáncer en algún momento de su vida. El diagnóstico de cáncer lo cambia todo, tanto para los pacientes como para los familiares. Su tratamiento es largo y complejo y, afortunadamente, cada vez es más efectivo. Pero el impacto psicológico del cáncer hace que, en muchos casos, sea necesario el soporte psicológico. Este artículo habla de los recursos de Psicología Manresa para personas con cáncer.
Cómo afecta el cáncer a pacientes y familiares
El proceso oncológico se divide en fases. Aunque en cada una de estas fases hay unas reacciones más habituales que otras, es necesario dejar claro que cada persona vive el cáncer a su manera. Prácticamente todas las manifestaciones emocionales y en las relaciones con los demás pueden considerarse normales. Y aquí «normales» significa comprensibles teniendo en cuenta la gravedad de la enfermedad oncológica.
No olvidemos que las personas, a lo largo de la vida, aprendemos a afrontar situaciones que, aún siendo adversas, son cotidianas: averías domésticas, pequeños accidentes, discusiones de pareja, etc. El cáncer hace que todo lo aprendido para solucionar las dificultades del día a día no sea suficiente. Por eso la rabia, la tristeza, el miedo o la incertidumbre son habituales, a menudo, combinadas con la esperanza y el espíritu de lucha.
Éstas son las manifestaciones del impacto psicológico más habituales -pero no las únicas- en cada fase de la enfermedad. Posteriormente hablaremos de los recursos de Psicología Manresa para personas con cáncer:
A la espera del diagnóstico
El diagnóstico del cáncer es progresivo. Normalmente se empieza realizando pruebas generales (análísis de sangre y de orina, exploración por parte del médico de familia) y, si hay sospechas de cáncer, pruebas más específicas como un TAC o escáner, o una ecografía. Aunque el sistema sanitario se esfuerza para reducir los tiempos de espera, estos son una fuente de preocupación por parte del paciente y su familia. Sobre todo cuando se alargan más de la cuenta por causas como el COVID19.
La espera se vive con angustia y miedo, a las que a menudo se añade el insomnio. Algunas personas en proceso de diagnóstico prefieren no informar a la familia para no preocuparles innecesariamente en caso de que, finalmente, el resultado sea favorable. Este malestar produce la sensación de que el tiempo transcurre más lentamente.
Cuando llega el diagnóstico de cáncer
En algunas personas puede producirse un choque: quedarse con la mirada perdida y sin oír qué le dicen los demás. Es normal y suele durar unos minutos, volviendo después a la normalidad.
A veces también vemos lo que llamamos negación, por la que la persona afectada cree que todo aquello no tiene nada que ver con ella: como si los médicos se hubieran equivocado. Ésta es una estrategia inconsciente que ayuda al paciente a darse tiempo a sí mismo para asumir la noticia. Normalmente no dura más de unos días, y vale la pena respetarlo y no forzar al paciente a aceptar el diagnóstico. Si pasan muchos días y sigue con la negación, entonces sí que es importante consultar con un psicólogo, porque podría dificultar el inicio del tratamiento (por ejemplo, una persona no querrá hacer quimioterapia si está convencida de que lo que tiene no es cáncer).
Por todo ello, es importante ir acompañado a las visitas médicas, ya que el choque inicial puede hacer olvidar preguntas importantes que conviene hacer a los profesionales de la salud. Antes de empezar el tratamiento el paciente deberá firmar el consentimiento informado (la hoja de información sobre la estrategia terapéutica), y éste es el momento de resolver las dudas.
Durante el tratamiento
El tratamiento del cáncer es largo y complejo. Se suelen combinar diversas estrategias (cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, etc) lo que obliga a realizar visitas frecuentes al hospital. Por tanto toda la vida gira en torno al tratamiento. Es normal que en esta fase exista cierta esperanza, ya que la persona tiene la sensación de que se está haciendo algo contra la enfermedad.
Puede haber efectos secundarios molestos: fatiga, pérdida del apetito, cambios en el cuerpo, náuseas, vómitos, caída del cabello, llagas en la boca, etc. No todo el mundo tiene los mismos efectos ni con igual intensidad y, en todo caso, existen tratamientos para controlarlos. No es raro que el paciente se preocupe más por cómo estará su familia que por si mismo. Y si hay niños en casa, se sufre especialmente por cómo lo estarán viviendo. Es importante explicarles la realidad, de forma adaptada a su lenguaje, y responder a sus preguntas.
Después del tratamiento del cáncer
La vuelta a la normalidad es más difícil de lo que parece: mientras ha durado el tratamiento, las vidas de todos han ido avanzando, pero la de la persona en tratamiento se ha quedado estancada. Y aunque parezca que debe ser al revés, el paciente puede preocuparse más después del tratamiento que durante el mismo.
Mientras se trataba, se veía rodeado de profesionales de la salud que le daban una sensación de protección. Si ocurría algo, se podía detectar y actuar deprisa. De repente esta sensación se acaba y el paciente se siente más desprotegido. Además hay cierto miedo a recaer en el cáncer.
Si hay una recaída
Algunas personas recaen en la enfermedad meses o años después de terminar el tratamiento. Es algo que saben que puede ocurrir, y por eso se hacen controles médicos periódicos. Pero una recaída tiene efectos devastadores: el paciente piensa que el esfuerzo realizado en el primer tratamiento no ha servido de nada y que tendrá que volver a empezar, sin saber si será efectivo. Incluso puede plantearse no tratarse y dejar que la enfermedad haga su curso.
El final de vida y el duelo en personas con cáncer
Si la enfermedad llega a un punto en el que no se puede curar, se entra en la etapa de final de vida. Puede durar unos meses o unos años, y el objetivo terapéutico pasa a ser el control de los síntomas y el confort del paciente y su familia. La proximidad conocida de la muerte se vive con dificultades, pero también puede ser una oportunidad para cumplir algunas voluntades: Trabajando en Psicología Manresa para personas con cáncer he estado con pacientes que han querido reconciliarse con un hermano con el que no se hablaban desde hacía muchos años, aprender un idioma o realizar un viaje a la otra punta del mundo.
Tanto la persona con la enfermedad como su familia pueden hacer un duelo anticipado, y pasar la mayor parte del tiempo posible juntos. Esto permite tratar temas importantes como herencias o legados.
El objetivo del apoyo psicológico no es una muerte feliz, puesto que sería muy poco viable. Más bien es una muerte tranquila, con la preocupación controlada, el confort y la sensación de haber vivido una vida con significado.
El suport familiar i social als pacients oncològics
Para una persona con cáncer la familia suele ser la fuente de apoyo más importante. Tanto para aspectos prácticos (por ejemplo, ir acompañado en el hospital) como emocionales. Lo más recomendable es que pueda expresar libremente lo que piensa y que pueda tomar las decisiones hasta donde sea posible: esto le ayudará a recuperar una parte de la sensación de control perdida.
Los amigos o compañeros de trabajo también pueden ser de gran ayuda, para hablar de la enfermedad o distraerse con otros temas. Hay que tener cuidado con las preguntas y los comentarios, o con querer imponer al paciente qué es lo que le conviene. La persona con la enfermedad puede ver sorpresas positivas y negativas en su entorno: personas en las que confiaba pero se acaban alejando, y personas con las que no contaba que le sorprenden gratamente.
Recursos de Psicología Manresa para personas con cáncer
Al empezar este artículo decíamos que es normal tener reacciones emocionales intensas frente al diagnóstico de cáncer. La tristeza, el miedo o la incertidumbre son habituales y, si el sufrimiento es soportable dentro de la situación, no necesariamente deben motivar una consulta al psicólogo. Pero si el malestar o el deterioro de las actividades diarias es muy intenso, consultar al psicólogo puede ser una buena idea.
El soporte de Psicología Manresa para personas con cáncer es muy diverso, ya que se adapta a las necesidades de cada uno:
- Apoyo durante el proceso de diagnóstico para facilitar la búsqueda y la comprensión de la información.
- Acompañamiento durante el tratamiento para hacer posible la adaptación a los cambios que conlleva.
- Guía para la recuperación de la normalidad después del tratamiento médico.
- Atención ante una posible recaída y el agravamiento de la enfermedad, incluyendo el duelo.
- Acompañamiento en el final de vida.
- Afrontamiento y regulación de las reacciones emocionales: miedo, tristeza, rabia, incertidumbre, incredulidad, frustración…
- El espacio y el tiempo para tratar temas que el paciente no quiere tratar con su familia para no causar más preocupación.
- Apoyo a la familia y al entorno social de la persona afectada: a menudo la familia no hace caso a su propio sufrimiento porque piensa que «ahora la prioridad es él/ella, que es quien tiene el cáncer«.
- Mijora de la comunicación dentro de la familia, que se puede ver alterada por el miedo o por el desacuerdo en lo que hay que hacer.
- Ayuda en la solución de problemas diarios que pueden estar comprometiendo la calidad de vida.
- Cualquier otra necesidad que surja en el presente o en el futuro y que los usuarios quieran tratar.
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