¿Hay alguna relación entre ictus, tabaco y ansiedad? Los indicios apuntan a que sí, ya que estas tres condiciones están vinculadas a alteraciones vasculares. La tesis doctoral de un enfermero de Manresa se suma a la literatura científica en este sentido. Hablamos de cómo el ictus, el tabaco, la ansiedad y la depresión se relacionan entre ellos.
El profesor de enfermería de la Fundació Universitària del Bages en Manresa, Eduard Maldonado, presentó en Julio de 2020 su tesis doctoral en la que estudiaba la prevalencia de ansiedad y depresión en las personas que fumaban antes de tener un ictus. La prevalencia, en este caso, es el porcentaje de personas que, siendo fumadoras y teniendo un ictus, también tenían ansiedad y/o depresión.
Qué es un ictus
Un ictus es lo que antes de conocía como embolia, apoplejía o derrame cerebral. Es un tipo de accidente cerebrovascular, en el que se obstruye o se rompe una vena o una arteria del cerebro. Se manifiesta en forma de pérdida repentina de la fuerza o de la mobilidad de la mitad del cuerpo, dolor de cabeza o incapacidad de hablar. Es muy importante reconocer sus síntomas, porque requieren una intervención urgente. Este vídeo explica cómo saber si otra persona puede estar teniendo un ictus; si pensamos que es así, hay que llamar al 112.
El papel del tabaco en el ictus
La lista de efectos perjudiciales que provoca el tabaco en la salud es interminable. Fumar se asocia a un mayor riesgo de tener cáncer, enfermedades respiratorias y enfermedades cardiovasculares, entre otras, el ictus:
- Fumar causa daños en los vasos sanguíneos y hace aumentar la presión arterial.
- El tabaco reduce la cantidad de oxígeno que llega a las células, perjudicando las funciones vitales.
- También reduce la capacidad pulmonar, haciendo que el fumador se canse tras realizar esfuerzos cada vez más pequeños.
- La capacidad olfativa se deteriora, de manera que se perciben los olores con mayor dificultad.
- No hay que ser fumador para sufrir estos daños: el riesgo también existe cuando una persona que no fuma, respira el humo que emite alguien más. Esto es lo que se conoce como tabquismo pasivo.
En el año 2014 fumaban en Manresa el 25,9% de la población, según el Análisis de la situación de salud de Manresa 2016. El mismo pocentaje se puede aplicar al resto de Cataluña. Aunque esta cifra se reduce cada año, es muy importante prevenir el tabaquismo para reducir su impacto en la salud.
Cómo se implican la ansiedad y la depresión
La ansiedad se puede vivir como un síntoma aislado que se presenta a veces. Cuando es más permanente y se acompaña de otros síntomas, se puede acabar convirtiendo en un trastorno que afecte a la vida diaria de la persona. Con la depresión ocurre algo parecido, pero si sólo es un síntoma, se la llama tristeza. Estar ansioso o deprimido también hace aumentar la presión arterial y reduce la actividad física.
Muchas personas que tienen ansiedad o depresión utilizan el tabaco para relajarse o para recuperar el estado de ánimo. De esta manera contribuyen a todos los riesgos mencionados.
¿Se puede prevenir un ictus?
La Organización Mundial del Ictus ha detallado 10 medidas para prevenir esta patología [ENLACE a la infografía, en inglés]: Controlar la hipertensión arterial, hacer ejercicio físico, mantener una dieta equilibrada, mantener un peso saludable, reducir el colesterol, no fumar, reducir el consumo de alcohol, tratar la diabetes, tratar el estrés y la depresión y tratar la fibrilación auricular. Fijémonos en un detalle importante: 9 de estas 10 medidas se pueden llevar a cabo desde casa, introduciéndolas en nuestras rutinas diarias. Sin tener que ir al médico.
Tratamiento y rehabilitación postictal
¿Qué ocurre después de un ictus? Depende de la región del cerebro que se haya visto afectada. Cada parte controla unas funciones determinadas. Por tanto, los efectos del ictus dependerán del área cerebral en la que haya tenido lugar el ictus. Por ejemplo, si se ve afectado el lóbulo frontal, se pueden deteriorar les funciones motoras (caminar, coger objetos, etc) o el lenguaje.
La mayoría de personas que tienen un ictus sobreviven, aunque suelen quedar secuelas. Las secuelas más frecuentes son la pérdida de fuerza, las dificultades en el control del movimiento, el riesgo de caídas, las alteraciones visuales, del lenguaje y de la sensibilidad, la depresión y las dificultades cognitivas (pérdida de memoria, atención y capacidad de planificación).
Muchas de estas funciones alteradas se pueden recuperar con programas de rehabilitación. La recuperación suele ser parcial, y es un proceso que dura entre unas semanas y varios años. El objetivo de la rehabilitación postictal es adaptarse a los cambios (por ejemplo, cambiar la manera de moverse para evitar caídas) y recuperar la autoestima y la autonomía personal. En esta estrategia intervienen varios profesionales de la salud: médicos, enfermeros, fisioterapeutas, educadores sociales, psicólogos, etc.
Qué podemos hacer desde la Psicología
Los psicólogos podemos ayudar a los pacientes de ictus de varias maneras:
- A la hora de afrontar los cambios, las pérdidas y la posible situación de dependencia.
- Tratando la ansiedad y la depresión.
- Haciendo ejercicios de rehabilitación cognitiva (frenar la pérdida de memoria y concentración, ayudar a recuperar la capacidad de planificar y organizarse, etc).
- Facilitando la expresión emocional de los pacientes y de sus cuidadores.
Es importante seguir investigando, como ha hecho el profesional de Manresa Eduard Maldonado, para encontrar nuevas claves que ayuden a prevenir el ictus y a tratar sus consecuencias. Según la tesis doctoral de este enfermero y profesor, si detectamos precozmente las alteraciones emocionales (ansiedad y depresión) en las personas que han tenido un accidente vascular cerebral podremos mejorar su salud y bienestar y las ayudaremos a implicarse en su propia recuperación.
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